sábado, 17 de agosto de 2013

UN PEREGRINO DEL EVANGELIO -Superte. Adolfo Rodríguez, Volcán, Panamá.

ASÍ CUMPLÍ MIS 60 AÑOS


Por alguna razón, que ahora no recuerdo, siempre creí que al cumplir 60 años de edad, se marcaría un hito en mi vida terrenal, y entraría de lleno en la tercera edad, rumbo a la ancianidad. Por esa razón me propuse, creo que por inspiración divina, en que hubiera, en esa venturosa fecha, un hecho relevante en mi vida espiritual. Y así pudo ser, gracias infinitas a Dios, en ese onomástico memorable para mí, el miércoles 1 de mayo del año 2013.

Ese día dimos comienzo a un recorrido misionero, de cuatro días de duración, por altas montañas, en compañía de 3 aguerridos evangelistas: Amilkar Nuñez, Raúl González y Aurora de González. Trabajamos en cuatro lugares: El Palmar, El Palmar arriba, La Zancona y La Mesa, en la provincia de Coclé, República de Panamá ¡Qué acogedora bienvenida dan a los siervos de Dios en todas las casas! Hicimos oraciones en todos los hogares que visitamos;consolamos a madres atribuladas; enseñamos coritos a los niños; instamos a jóvenes a honrar a sus padres; orientamos a familias enteras sobre las ventajas de orar juntos; cantamos himnos y leímos salmos a ancianitos que viven solos;regalamos Biblias, himnarios y literaturas; instamos a los pastores de la congregación de El Palmar a hacer reuniones de oración, y lo están haciendo tres veces por semana, orando dos horas o más en cada sesión.

Visitamos una familia muy atribulada por la muerte repentina y trágica del padre del hogar, de solo 42 años de edad. Les orientamos sobre la gran realidad de la vida, con palabras de consuelo y ayuda espiritual. Oramos con ellos y se sintieron muy confortados, guardando respetuoso silencio y acercándose para oír.

Subimos una agotadora cuesta de unas dos horas para ir a visitar tres hogares. El principal motivo de ese viaje era ver el estado de un joven por el cual hemos orado varias veces en el término de un año, pues repentinamente se volvía tan violento, que en una ocasión correteó a sus padres con un afilado machete, y en varias ocasiones los echaba de la casa tirándoles piedras. Sus padres gastaron muchos recursos, buscando ayuda médica, sin ningún resultado favorable, pero gracias a Dios y a las oraciones de sus siervos, hace varios meses que eso no sucede, y el joven es ahora muy pacífico. Pude notar en él una gran mejoría pues hasta nos reconoció y nos dedicó una muy agradable sonrisa. Era completamente mudo, sólo emitía ásperos sonidos guturales, pero ahora ya empieza a articular algo más entendible. Seguiremos orando.

Así me permitió el buen Padre celestial celebrar mis 60 años. Con las botas puestas, con la mochila a la espalda, con la Biblia bajo el brazo, con el corazón revestido de gran fiesta y el alma rebosante de amor por las almas.

¡Cómo quisiera tener 25 años y volver a empezar mi carrera misionera ahora, por los valles, por los montes, como parte del selecto grupo de evangelistas de montaña! Pero ya mis fuerzas empiezan a mermar. Con todo, aún me gusta sentir que el corazón me palpite aceleradamente, se me empape la ropa en copioso sudor, que se me reseque la garganta por la sed torturante al subir cuestas casi verticales. Pero una vez allá arriba, la vista se solaza en las arboledas primigenias, y al admirar las exóticas flores de la espesa selva; el oído se deleita al escuchar el dulce canto de las aves de las altas sierras, y el susurro tenue de la fresca brisa en los arbustos y palmeras, que son un regalo para el ya cansado viajero. Y en el orden espiritual, al hablar respaldado por Dios, cantar himnos consoladores, orar por los enfermos y por las familias, y orientar a muchos sobre los sagrados deberes de la oración y predicar sobre las inmensas ventajas que ofrece el Evangelio de Jesucristo. . . ninguna otra cosa que he experimentado en la tierra es comparable al sabor que dejan tales cosas en el alma por muchos días. 


Un tropiezo inesperadoEl sábado 11 de mayo, a eso de las 8.30 de la noche, fui a la congregación de El Porvenir, en la provincia de Chiriquí para una entrevista con 5 jóvenes ungidos, pues quería ayudarlos a superarse espiritualmente. Antes de empezar la entrevista, subí a la plataforma a buscar una silla cómoda para hablar frente a los jóvenes. Ese día había llovido torrencialmente, y había agua en la plataforma, pero como las baldosas son blancas y el agua es transparente, no me percaté de ese peligro y al girar ya con la silla en los brazos, resbalé de ambos pies de una manera violentísima. Caí sentado en el piso del templo y recibí un severo golpe en la espalda con el borde de las baldosas de la plataforma. Estuve sentado en el suelo más de cinco minutos sin poderme levantar, y tuve que pedir ayuda para poderlo hacer. Pero se pudo hacer una reunión muy fructífera y amigable. Por mi parte, no le hice mucho caso al asunto, aunque sentía alguna molestia en la espalda y lo atribuía a dolores musculares. Pero, hace unos dos días, al estornudar, sentí un dolor tan agudo que me asustó. Fui a una clínica y me diagnosticaron al menos una costilla fracturada. El médico me recomendó 30 días de incapacidad, con reposo completo. En ese estado estoy, esperando en Dios y en la sanidad Divina, pero a la vez siguiendo las sugerencias médicas. Ya he gastado más de 80 dólares en este asunto.

Lo comunico a todos mis hermanos en espera de sus tan bendecidas oraciones. Muchas gracias.


Superte. Adolfo Rodríguez. Un Peregrino del Evangelio.

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